Café Society (2016) de Woody Allen



Los amantes de Woody Allen estamos de suerte. Este año en cosa de un mes tenemos el estreno de los dos últimos proyectos del cineasta. Por una parte, su película Café Society de la que vamos a hablar más abajo y por otra, su serie para Amazon de título Crisis in six scenes. Así que, solo nos toca disfrutar de un año en el que nos reencontramos con el director neoyorquino por partida doble.


Ahora toca el turno de su nuevo film bajo el pomposo título Café Society, que nos presenta a Bobby Dorfman, un joven que decide dejar su ciudad natal para irse a trabajar con su tío en la industria de cine y donde descubrirá el verdadero amor gracias a la bella Vonnie. Puede parecer una trama sencilla y manida, pero en manos de Allen se convierte en un divertido relato donde los giros en la trama te irán descubriendo a cada personaje, jugando con triángulos amorosos, relaciones familiares, clubs de alterne, gánsters y como no...JAZZ. Una historia que va mas allá de su apariencia, más allá de un bella imagen de la época dorada del Hollywood y que retrata un tema muy dramático desde una óptica cómica. Allen es muy trágico si miras un poco el fondo de sus historias. Si no revisad Irrational Man como su último ejemplo. 



Uno de los elementos indispensables de esta cinta es sin duda su fotografía, obra del maestro Vittorio Storaro (un artista en toda regla, creador de algunas de las imágenes más potentes en el séptimo arte) que consigue dentro de la filmografía de Allen una de las obras de mayor nivel plástico desde la etapa de Gordon Willis. Destacando sobremanera en la parte de Hollywood con unos juegos de luces y unas composiciones de plano muy conseguida, trabajando mucho con la profundidad en un ejercicio encomiable, que casa a la perfección con un diseño de producción muy detallista. Lo cual no quiere decir que no se note el pulso de Woody Allen como realizador si no como un complemento perfecto que da como resultado una película brillante en el apartado visual. Esto tiene mérito sobre todo porque estamos hablando de una obra de carácter intimista, donde lo que importa son los personajes y no los set pieces.


La cinta que abrió el prestigioso festival de Cannes es la más divertida desde Midnight in Paris, contando con un puñado de escenas cómicas de altura que no solo son divertidas sino que también cuentan mucho de sus personajes, con unos diálogos muy inteligentes y un naturalismo interpretativo apabullante. Pero a pesar de sus estrellas, no es solo por el trío Eissenberg, Stewart, Carrel si no por esos secundarios tan imprescindibles en el cine de Allen, en este caso conformado por la extravagante familia del protagonista, Un plantel menos conocidos que nos regalan sin duda los mejores momentos de la cinta.


Sin lugar a dudas, estamos ante una obra de interés general y de imprescindible visionado para los fans, con una historia que termina de una forma abrupta y ambigua que nos retrotrae a Manhattan. Donde el local que da titulo a la cinta solo sirve de marco, de escusa para mostrarnos un época, no histórica sino vital en la vida de Bobby donde un gran interrogante siempre quedará en su mente y en la del espectador.

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